viernes, noviembre 30, 2012

El encanto nocturno de Emmanuel

El cantante presentó su espectáculo musical como parte de la celebración en el aniversario de una plaza comercial.

Informador

Las noches en Guadalajara durante noviembre se comienzan a poner frías. Las nubes están ausentes del cielo y el viento cala hasta los huesos del más fuerte. Pero incluso en esas condiciones atmosféricas adversas hay quienes se atreven a ponerle candela a las veladas. A iluminar las tinieblas. A romper el silencio. Como Emmanuel, que la noche del miércoles conquistó, una vez más, la noche tapatía.

Dueño de un repertorio que envidiarían otros artistas, y con un dominio total sobre el escenario, el torero y poeta convertido en cantante se presentó en Plaza Galerías, centro comercial que celebró su noveno aniversario trayendo al artista para cantarle a su público.

En punto de las 21:25 horas, las luces del escenario montado en el estacionamiento del recinto comercial se apagaron. En ese instante, las miradas de las cinco mil personas reunidas en las gradas montadas en el lugar de forma provisional se fijaron en él. Los tambores comenzaron a sonar y, con ellos, los primeros acordes de Corazón de melao. La noche se consagró al pop, y Emmanuel, sonriente y energético desde el arranque del evento, sería el encargado de conducirla.

El poder de nostalgia

Con un par de canas más que en su última visita. Pero también con muchas ganas de bailar cada tema. Con la etiqueta de clásico en el nombre, pero sin miedo a experimentar cuando es necesario. Emmanuel es un artista que cabe dentro de varios conceptos, pero que sigue ampliando sus horizontes.

El cantante tiene claro que Guadalajara es una ciudad donde encuentra siempre aprecio. Ya había venido el pasado mes de mayo al Auditorio Telmex. En aquella ocasión, con un show en gran formato, con toda la parafernalia que requiere un lugar construido para 11 mil espectadores.

Ahora, Emmanuel cambió la fórmula. En un escenario más pequeño (cinco mil espectadores), el intérprete de Bella señora decidió apostar por un espectáculo un tanto más íntimo, aunque esto no significaba restarle espectacularidad a su show. Los elementos característicos de aquella presentación se mantuvieron. Luces robóticas, pirotécnica, pantallas gigantes y las elaboradas coreografías de su grupo de baile.

La novedad fue la cercanía con el público. Las posibilidades de estrechar manos, lanzar guiños, saludos, besos y aplausos a las gradas fueron mayores. Y el cantante no dudó en explotarlas.

No te puedes ir, Solo, Seguía lloviendo afuera, Hay que arrimar el alma y Si ese tiempo pudiera volver, llegaron en forma de popurrí. El frío invernal se iba derritiendo conforme proseguía la oleada de éxitos, con un Emmanuel exultante, y pidiéndole al público que se levantara de sus asientos, una solicitud que fue escuchada y acatada por la audiencia.

Emmanuel interrumpió en pocas ocasiones el concierto para hablar con el público. Más allá del tradicional “hola Guadalajara”, el cantante decidió que fuera su música la que se expresara por él. La familia, su relación con Dios y el amor fueron algunos de los temas de los que habló, siempre de forma breve, procurando no romper con la avalancha de éxitos.

El show, uno de los últimos que el intérprete ofrece en solitario en lo que resta del año, se caracterizó por el ambiente festivo y la vitalidad que imprimió el cantante y su banda sobre el escenario. Pobre diablo, Quiero dormir cansado, Detenedla ya, Este terco corazón y Tengo mucho que aprender de ti, brotaron de la garganta de Emmanuel. Cada tema, convertido en un himno al romance, era recibido con carretadas de aplausos desde las tribunas.

Con el público en su mano y la sonrisa recorriendo su rostro, Emmanuel lanzó sus últimos dardos. Los acordes de La chica de humo sirvieron como despedida y, de paso, como promesa de un pronto regreso.

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